Casado con una esposa aburrida, un joven árabe está deseando tener sexo. No ha visto nada de acción en tres meses y sus bolas están listas para explotar. Cuando ve un pequeño parpadeo solo en el sótano lo agarra y lo arrastra a un rincón. Sabe que al chico le gustan las pollas. Lo puede ver en sus ojos. El parpadeo cae sobre sus rodillas, listo para adorar la polla gorda del semental heterosexual. Lo toca hasta casi ahogarlo unas cuantas veces antes de que el gran palo se le meta en su pequeño y apretado culo. La gran polla le hace gemir. Le resulta difícil aguantarlo, pero le encanta.