Boris gobierna en su territorio como un rey. Odia a los pequeños bribones que vienen sin ser invitados. Cuando pilla a un amiguito rociando una pared de su barrio sólo tiene que hacerle pagar su descaro. Rápidamente lo lleva al suelo y le hace limpiar sus zapatillas con la lengua. El chico parece disfrutar así que Boris le escupe en la cara para que sepa quién es el jefe. A continuación, escupe en el culo del pobre tipo para prepararlo para lo que le espera.