Rafael el gigante y su larga polla citan a Anderson para vaciarle los cojones en un discreto rincón de su edificio. Anderson sabe que tiene 15 minutos para hacerle correrse. No pierde el tiempo y se pone manos a la obra, chupando profundamente de rodillas. Rafael le excita con su cara varonil de mirada recta y su aire superior y vulgar. Anderson se deja poner contra la pared para que le follen el culito sin descanso. Rafael tiene energía de sobra, ha tenido un mal día y necesita desahogarse a tope. Es Anderson quien coge, y una vez que el follador salvaje se ha hartado entrega la leche en la boca de Anderson, que la estaba esperando.